21. Muerte y resurrección de la Misión

21 Julio 2008 Antonio Duato

Descendiendo a lo concreto en esta última fase del ACTUAR a donde aboca todo lo desarrollado antes, el Capítulo 21 del Curso de TPR pone el dedo en la llaga de la principal dificultad que encuentran muchos católicos para aceptar la nueva visión teológica del pluralismo. Si aceptamos que todas las religiones son camino para la salvación, ¿para qué el trabajo misionero de la Iglesia? ¿Acaso se puede concebir una Iglesia sin misiones ni misioneros?

Seguramente es el argumento que más impacta a mucha gente y sobre todo a muchos jerarcas. Y hay que decir que José Mª Vigil coge el toro por los cuernos en un lúcido análisis de lo que es la misión global de la Iglesia y las “obras misionales”. Analiza la historia de las diversas épocas de extensión del cristianismo y analiza los fundamentos teológicos en los que se basa una errónea concepción de la misión “ad gentes”.

Es un espléndido y provocador capítulo que no necesita más introducción. Espero que suscite tan enjundiosos comentarios como los dos capítulos anteriores.

Pero para resumirlo todo y poner una especie de “composición de lugar” a ese tipo verdadero de misión que José Mª propone, permítaseme invitar a los lectores a visitar la cabaña del recién beato (no ha aumentado con ello mi estima por él) Charles de Foucauld en el desierto de Tamanrasset con los tuareg. No pretendió convertir a nadie, les abría su puerta, les servía en lo que podía, les escuchaba, les amaba. Y, víctima de la reacción de aquellas tribus contra el colonialismo francés, fue víctima inocente de otros tuareg que lo confundieron como extranjero espía. Hoy los kikos recuerdan su estancia de hortelano en Nazaret para darle culto en su gran casa de Israel. Pero ¿quién recoge de verdad su espíritu misionero de ser “corazón en la masa” sin proselitismo de ningún tipo?

7 comentarios a “21. Muerte y resurrección de la Misión”, por orden inverso a la llegada (el último arriba)

  1. Eduardo Soto Bordoy

    Resumen de la aportación enviada por e-mail el 28 de julio.

    Las motivaciones para las Misiones son apostólicas, las mismas que entusiasmaron a los primeros discípulos que siguieron a Jesús. La experiencia misionera tiene que ser de pura presencia, de pura vivencia, de pura encarnación, de testimonio. Ofrecer y dar vida, trabajo, salud, educación, libertad, fomentar las organizaciones indígenas y de trabajadores. Continuar y estimular la actitud profética: el anuncio, la denuncia, el consuelo, el compromiso social.

    El sueño de todos los pueblos del mundo, es poder vivir en paz en una tierra sin mal. Una tierra donde quepamos todos. Defender la Humanidad común, la Dignidad y los Derechos Humanos de todos los pueblos de la tierra. Potenciar, la unión de las organizaciones populares. El dialogo entre religiones, un entendimiento y compromiso mutuo por encima de diferencias, a favor de los grandes valores éticos compartidos por toda la humanidad, con el respeto y cuidado de la propia naturaleza con un desarrollo sostenible.

    Aunque su fecha es de 1787, el texto de las oraciones de la misa de la evangelización de los pueblos rezume un halo de pluralismo, al afirmar que Dios quiere que todos los hombres (varón y mujer) se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.

    Ese deseo de Dios de que la humanidad se salve y conozca la verdad, lo tenemos que hacer realidad en cada uno de nosotros y allí en el lugar al que Él nos envía o nos ha puesto, para que se reconozca al Dios de la verdad, que no hace distinción e incluye a todas las religiones y pueblos.

    «Tu mies» es la humanidad entera en la tierra entera. «La fe verdadera» es la actitud de apertura a Dios. «Todos los pueblos te conozcan a ti como Dios verdadero», el amor de Dios es un amor sin límites; sin fronteras, todos somos hijos del Dios verdadero y queremos compartir con todos el amor que experimentamos desde las actitudes de la sencillez, confianza y entrega total. «Al que nos enviaste Hijo tuyo», el Padre que nos ha creado se nos ha revelado y nos ha propuesto el modelo de ser persona y de sembrar las semillas de su Reino (misión). «Que se entregó a la muerte para redimirnos a todos», es el camino de la redención, la salvación, la liberación, que se consigue, muriendo a nosotros mismos (a nuestro egoísmo, individualismo, materialismo…) para resucitar en la entrega y el servicio a los demás, gastando en ello la vida, que no es nuestra, es Dios quien nos la ha dado. «Se ofrezca en todo el mundo un mismo sacrificio a tu divina Majestad», cuyos signos visibles son la paz, la justicia y la solidaridad, que tenemos que ofrecer a todo el mundo desde la pobreza, la humildad y el sacrificio. «El banquete de nuestra redención», el banquete del reino. Si Dios es Amor «todo es comunión»: compartir lo que se tiene, recibir lo que necesitamos y vivir la disponibilidad de la vida comunitaria. La persona humana, hecha a imagen y semejanza de Dios, solo se realiza en la comunión, la humanidad entera está llamada a vivir en comunión. De ahí la urgencia de crear realidades de comunión y de verificar la autenticidad de nuestra fe con obras que construyan comunión.

    Tanto la misión como el proselitismo tratan de captar la atención de sus destinatarios. En la misión el fin es el diálogo y la ayuda mutua, existe un intercambio cultural y de religiones. En el proselitismo lo que existe es un adoctrinamiento cuyo fin es incorporar a la persona a la religión o grupo. Mientras que la misión tiene un carácter de solidaridad, de servicio y de respeto hacia otras religiones; el proselitismo tiene carácter de egoísmo eclesial, de condena a otras religiones o al menos buscar como desprestigiarlas.

  2. carlos alejos

    Creo que hay que saber darle sentido a la misión en vez de prescindir de ella. Toda forma es buena según el fondo que tenga.
    Simpático lo de Carlos estar encarnado en las masas, ser parte de ella.
    Como seria esta teoría tan cruel que permitía todo lo que conocimos de atrocidades de la iglesia antigua y si hay que cambiar la teología como ayuda a esta pues demos los pasos correspondientes y sí creo que hay que darlos.
    Yo empezaba a valorar el enriquecimiento mutuo aprendido en este caminar del curso.
    Toda imposición no es buena y no llega al corazón.
    Es cierto si no se comparte no se es misionero y en el compartir no solo se da sino también se recibe y se aprende mucho de allí.

  3. carlos alejos

    hay que morir a los esquemas pasados de mision y resucitar a la manera nueva de hacer mision, manera que ya ha estado viva en aquellos misioneros que en vez de ir a enseñar ellos han sido llenados de la sabiduria de la gente, de la vida que encontraban y desde alli le han dado sentido a la mision. Recibir y dar, dar y recibir ese es el sentido de ser misionero creciendo juntos con los que encontramos o mas bien cuando ellos nos encuentran y nos hacen crecer.

  4. Eduardo Soto Bordoy

    Queridos amigos/as del CTPR:

    El texto en castellano de la «Missa da terra sem males», en la que D. Pedro Casaldáliga, con la colaboración de artistas indígenas y negros, trata de traducir el horizonte mítico de los pueblos guaraní, lo podéis encontrar en «Religión Digital» en el blog de Francisco Margallo, en la sección de «Liturgia» distribuida en seis secuencias. Por su amplitud no la reproducimos directamente aquí, pero si la tenéis en:

    http://blogs.periodistadigital.com/franciscomargallo.php?blog=522&cat=9245&page=1&disp=posts&paged=2

    Un abrazo.

  5. Antonio Olives Camps

    La misión y la gran misión.
    La misión de la Iglesia en el pasado, ha sido uno de los grandes errores que ha cometido, al pretender convertir a todo el mundo, con la herramienta de la verdad absoluta, imponiendo muchas veces por la fuerza, metiendo miedo, - caso de Antonio Vieira -, haciendo renunciar a las creencias y religiones nativas. Era la época en que lo importante era bautizar y hacer cristianos a todo el mundo, creando confusión y desconcierto, borrando religión y cultura nativa. ( Negativo ).
    La misión del misionero no esta, - no debe estar -, en convertir, en imponer, en someter… La misión del misionero debe ser otra: ofrecer, servir, compartir, humanizar…
    Conozco a misioneros, algunos amigos míos, - Menorca al ser una isla pequeña, todos nos conocemos -, tiene un numero importante de misioneros, que trabajan en pro de la justicia social, en pro de que las personas recuperen su dignidad. Misioneros, religiosos y laicos, implicados con los más débiles, en diferentes zonas del planeta, con proyectos ambiciosos, como la construcción i habilitación de centros sanitarios, al escolarización, proyectos rurales, electrificación por medio de grupos electrógenos, comunicación por emisoras, canalización y potabilización de aguas… Misioneros en que en lo ultimo que piensan es en bautizar y convertir, sino en procurar un vaso de agua, un plato de comida, un medico, en compartir todo con todos, en dar y recibir…
    Los misioneros de hoy, pienso que hacen un trabajo excelente e imprescindibles, son la voz de los sin voz, voz de denuncia ante una injusticia social, que produce miles de muertes al año que se podrían evitar, lo cual es un escándalo para políticos y religiosos que se mantiene pasivos al margen, sumidos en la abundancia y el bienestar. Escándalo de un gran éxodo humano, que busca en Europa el paraíso soñado y, en el que muchos mueren en el intento… L a gran lacra del s .XXI es la pobreza que nos urge erradicar, superando intereses políticos, religiosos y particulares. Hay recursos para ello y lo que falta es redistribuirlos con justicia.
    A nuestra jerarquía eclesiástica, a los políticos, a nosotros mismos los seglares… Cuando vayamos de vacaciones, no queramos evadirnos del mundo, y vayamos de vacaciones a cualquier país pobre, a convivir, con ellos, trabajar por y con ellos, compartir con ellos, puede ser una experiencia que nos haga ver la vida des de otro prisma.
    La gran misión del s. XXI, debe ser conseguir, que si todos somos ciudadanos del mundo, gocemos de igualdad de derechos, de oportunidades, de bienestar…
    Por encima de la religión, esta la dignidad del ser humano, tan cruelmente masacrada hoy en día y que debe interrogarnos tan fuertemente, que nadie se debe quedar pasivo. La misión hoy, - la gran misión -, es sobre todo de las Iglesias, de las religiones, que juntas deben trabajar por el bien común. Si todos somos ciudadanos del mundo; si todos vamos en el mismo barco, nadie puede ser echado por la borda.
    En mis años de catequista, aprendí más que enseñé, recibí más de lo que dí. Mi experiencia fue la de compartir. (La vida es para ser compartida).

    Antonio Olives

  6. Gabriel Sánchez

    Desde lo màs profundo de mi ser, proclamo que “entiendo que el sentido de mi vida, esta representado en las ideas, que expresa texto que sigue… “Ésa es la «gran misión cristiana», y dentro de ella,«la misión misionera» consiste en salir a los demás pueblos para colaborar en la construcción del gran proyecto de Dios, que ellos también están
    construyendo -con otros nombres y otras mediaciones, sin duda- y que es siempre lo más importante, así como para compartir mutuamente en esa construcción conjunta del proyecto de Dios en la historia. Con cariño, desde Montivedo,ciudad capital del Uruguay (nublado y frio-) Gabriel

  7. h.cadarso

    Me parece uno de los capítulos más logrados y luminosos de Vigil. Sobre todo lo referente a Asia, por lo que tiene de “elemental, querido Watson” y de una explicación con hechos…Yo lo tengo como muy claro; en la medida en que los pueblos se resisten a ser colonizados, se fabrican su propia coraza como las tortugas, en esa misma medida la religión, que actúa como un elemento más de inculturación y de aniquilamiento de los pueblos ocupados, en esa misma medida, digo, se demuestra incapaz dee penetrar esa coraza. Europa no fue capaz de aniquilar a los pueblos asiáticos como lo hizo en América, como lo ha hecho en Africa…(En Europa tuvo más éxito, porque renunción a ser ella misma, la religión de Jesús, para convertirse en la religión del imperio…Pero, claro, una vez europeizada, imperializada, se mostró incapaz de absorber a las otras culturas, y se limitó a aniquilarlas o a autorizar su aniquilamiento por el brazo civil).Y en esa misma medida, la religión “europea” ha sido incapaz de penetrar en el alma asiática…
    Lo cual, por supuesto, pone en tela de juicio la calidad “religiosa” de nuestra “misión” o de nuestras “misiones”. ¿Qué “ostras” hemos estado predicando? Nos extraña que el régimen chino rechace una “institución” religiosa y solo acepte una iglesia católica “china”? Es lo mismo que hizo Enrique VIII en Inglaterra…y más o menos lo hemos aceptado…Y yo diría que la conclusión es que, ni la iglesia anglicana, ni la china, ni la romana, en tanto que instituciones en conflicto y rivalidad entre ellas, representan el verdadero espíritu de Jesús, que decía que “los verdaderos adoradores adorarán a Dios no en Jerusalén, ni en Galizin, sino en espíritu y en verdad”.
    Volvamos, amigos, a predicar el Reino de Dios, las bienaventuranzas, a rezar “de corazón” el Magnificat, a criticar a fariseos y escribas, al poder ejercitado contra los pobres y en beneficio de los poderosos y los ricos…Automáticamente, seremos pobres, perseguidos, empequeñecidos… y la iglesia de Jesús volverá a encontrarse a sí misma. Dikgo yo…

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